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La sedición, según el Diccionario de la Real Academia Española es un "alzamiento colectivo y violento contra la autoridad, el orden público o la disciplina militar, sin llegar a la gravedad de la rebelión",[1] que se distingue por tener la intención de derrocar a los poderes del Estado.[2]
En otras palabras es una conducta abierta, como el discurso y la organización, que tiende a la insurrección contra el orden establecido. La sedición a menudo incluye la subversión de una constitución y la incitación al descontento o la resistencia contra la autoridad establecida. La sedición puede incluir cualquier conmoción, aunque no tiene como objetivo la violencia directa y abierta contra las leyes.[cita requerida]
Por lo general, la sedición no se considera un acto subversivo, y los actos abiertos que pueden ser procesados bajo las leyes de sedición varían de un código legal a otro. Donde se ha rastreado la historia de estos códigos legales, también hay un registro del cambio en la definición de los elementos que constituyen la sedición en ciertos momentos de la historia. Esta visión general también ha servido para desarrollar una definición sociológica de sedición, dentro del estudio de la persecución estatal.
En muchos países la sedición es considerada un delito castigado por el Código Penal, y a veces también por el Código de justicia militar, estrechamente relacionado con los delitos de rebelión, traición y motín. La tipificación penal de la sedición varía de país en país, y no siempre coincide con la definición del Diccionario de la Real Academia Española. En términos generales, el delito de rebelión es más grave que el delito de sedición, ya sea porque en el primero se utiliza la violencia, o las armas, y en el segundo no, o porque en el primero se intenta derrocar a los poderes del Estado y en el segundo no. En ambos casos se trata de actos colectivos que exceden el derecho a protestar o peticionar colectivamente ante el Estado, aunque en muchos casos el límite entre la sedición y la protesta social es incierto.[3][4][5]
El delito de sedición fue concebido para proteger al Estado antes de que existieran las democracias modernas.[6] A partir de la generalización de la democracia en el siglo XX, el delito de sedición casi no ha sido aplicado, siendo reducido a una mínima expresión ante el reconocimiento del derecho a protestar colectivamente.[5][6]